jueves, 1 de marzo de 2018

La irresistible presencia del calor






En la atmósfera se percibía un aroma pasional, el Calor se paseaba por toda la habitación de manera caprichosa e increíblemente intensa, mientras, los dos individuos contemplaban sus cuerpos con deseo.

Habían abierto la ventana para no sofocarse en su propia sensualidad, la tenue brisa de verano evitaba que ardieran como un par de fósforos.

Tras un momento de observar en silencio, un magnetismo animal rompió la inercia entre ambos y los terminó acercando hasta que rocen con delicadeza sus labios.

La saliva corría a través de la unión de un poderoso encuentro, los humectados labios se abrían y cerraban conteniendo a su pareja, el sonido era líquido y la respiración se aceleraba.

Con sus femeninas manos acarició el cabello de su amante y este la tomó con fuerza por la cintura levantándola haciendo que ella lo rodee con las piernas; el Calor, presenciando la escena y pecando de lujuria se incorporó en esta unión haciéndola incandescente y fugaz. Con el aumento de temperatura y el intenso, frenético y salvaje baile que los labios ofrecían a una habitación musicalizada por tenues y armoniosos gemidos y respiraciones extasiadas, las prendas de los dos se volvían inútiles y resultaban incomodas, las sábanas aguardaban impacientes los cuerpos que cada vez más se hacían uno solo…

J.G Dávila

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