sábado, 9 de junio de 2018

Una catarsis paradójica





Sus ojos miraban sin ninguna expresión aparente, no reflejaban nada en absoluto, su rostro era firme, pero sin vida, había sido capturado por un ritmo sencillo, básico y sumamente pegajoso (que obliga al cuerpo a responder con movimientos variados a modo de danza) acompañado por una letra carente de poesía, estética o alguna clase de belleza que se limita a hablar netamente sobre el deseo carnal y asuntos mundanos y superfluos que toman lugar en el mundo humano.

La banalización del sexo fluía como un río de aguas turbias a través de sus oídos, proyectando cada palabra en su mente.

No hacía más que mirar a ningún lado con la mirada perdida y la mente posicionada en la euforia artificial que el ritmo sugería plasmando (a la par) una serie de repetitivas expresiones cargadas con el característico doble sentido de un género musical conocido por ser principalmente obsceno.

Toda clase de pretensiones sexuales y efímeras eran decodificadas en su procesador central y él continuaba inmóvil.

Fuera de la parte en la mente que se ocupa de darle un juicio de valor a las cosas se encontraba una sección que secretaba hormonas (como la serotonina) que provocan una sensación de sosiego y éxtasis en niveles mesurados.

El lóbulo frontal parecía adormecido e inactivo pues de lo contrario no permitiría que este fenómeno musical contagiase como un estupefaciente mental al sector primitivo de la mente del muchacho sentado en un profundo estado de  trance, sin embargo, había una razón por la cuál ahora el chico de rostro inmóvil estaba escuchando un género que le disgustaba por completo. 

Estaba cansado mentalmente después de un largo día y no buscaba pensar en nada, además se sentía un tanto melancólico y no podía descifrar qué le acontecía por lo que apagó sus pensamientos con aquella irritante canción que ahora, de manera paradójica le proporcionaba un corto periodo de paz mental.

Finalmente, habiendo terminado el paso de las ondas sonoras por su aparato auditivo, el muchacho reflexionó, llegando a la conclusión de que seguía detestando aquel género ofensivo, pese a que en esa ocasión le sirvió como medio de catarsis para despojar una serie de cargas mentales que lo fatigaban.

J.G Dávila

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