lunes, 19 de marzo de 2018

Diarrea, Ahogadas y Allan Poe: Desesperación




No existe nada más desesperante que asistir al colegio teniendo problemas de estómago, encontrarse a mitad de las clases de matemática y sentir el retorcer de las tripas, mirar con angustia a los costados y dar con las miradas de todos atentos a las palabras del profesor y escuchar el rechinido del marcador contra la pizarra.
Es entonces cuando el retortijón se incrementa y algo en lo más profundo de uno lo obliga a fruncir el entrecejo, mirar con ojos de muerte a un punto cualquiera con la vista  nublada y escalofríos en todo el cuerpo. Finalmente se toma la decisión de (en voz temblorosa) pedirle al profesor permiso para ir al baño. Eso, ¡Eso es desesperación!
De modo semejante ocurre cuando se está dando un examen para el cual si se estudió pero en ese momento los nervios se apoderan del cuerpo entero produciendole un temblor similar al temblor que tienen los perros decorativos de los taxis, la mente se queda en blanco y el tiempo pasa rápido, de pronto la voz del maestro anuncia que faltan diez minutos y el examen no está lleno ni hasta la mitad, en esos diez minutos se vive la pura desesperación.
 Asimismo pasa cuando no se sabe nadar y por cosas del destino llega uno a parar en un estanque, piscina o laguna y estas resultan ser más hondas de lo pensado, dando como resultado el terrible y amargo impulso por sobrevivir y no morir ahogado.
El maestro para describir la agonía que produce la impotencia en su mayor expresión fue Edgar Allan Poe, en cuyos relatos el lector puede vivir la desesperación, la angustia y el horror que experimenta el personaje conforme avanza la narración.
Uno de los cuentos en los cuales pude notar aquel terrible sentimiento como escenario principal, es “El gato negro”, resumiendo, narra la historia de un ex amante de los animales que en consecuencia de haber caído en el vicio del alcohol e impulsado por un momento de ira tomó a su gato negro (el animal por quién más afecto sentía) y le arrancó un ojo.
Ciertamente cuando recuperó la conciencia, el hecho de ver al gato tuerto le hacía sentir una culpa terrible y como resultado del amargo sentimiento decide ahorcar al gato.
 Algún tiempo después de haberlo asesinado encuentra otro gato muy similar al cual le da su afecto, sin embargo con el pasar de los días el gato empieza a hostigarlo.
Un buen día a causa de su aversión por el gato decide acabar con el golpeándolo con un hacha, pero para su desgracia su esposa lo detiene y termina asesinándola. Posterior al homicidio esconde el cadáver tras un muro de la casa y los días comienzan a pasar.
 Al verlo solo tanto tiempo la policía interviene para inspeccionar su  casa y él de la mejor manera los recibe, la inspección resulta exitosa. Una vez yéndose los miembros policiales, el hombre golpea el muro del que se desprende un sonido sepulcral, de ello resulta necesario admitir que la policía intervino de inmediato en la destrucción de la pared para terminar encontrando el cadáver y sobre él el gato negro agonizante.
Bajo esa tesitura podemos decir que Allan Poe y yo tenemos diferentes formas  de describir la desesperación, sin embargo acordamos bien en que la desesperación es la desilusión de los seres cuando notan que nada se puede hacer en una situación sin ninguna salida aparente. 

J.G Dávila 

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