-¿Algún tipo de alergia?
- A los gatos y al amor.
…
Cuando era pequeño mi animal favorito era el león,
esto derivó a que tenga un enorme gusto por toda clase de felinos para concluir
a mis seis años que tenía uno particular
por los gatos, este no tenía proporción y era simplemente desmedido.
En ese entonces para mí, un sueño hecho realidad era
tener la oportunidad de pasar una tarde entera rodeado de gatos para
acariciarlos y cuidar de ellos, y es que sentía que los amaba, podía tranquilamente
morir por un minino o hacer lo
posible para que esté bien. Creo que resumiría todo decir que cuando me
preguntaban sobre qué quería ser cuando crezca, mi respuesta era un firme: “Un
gato”.
Sin embargo, mi gusto irracional venía acompañado por un defecto de fábrica que
descubrí a los mismos seis luego de
acariciar un neko
e involuntariamente restregarme los ojos. En ese instante me sentí como
boxeador después de pelea porque estos se hincharon como nunca, adquirieron un
color rojizo que vino seguido de una comezón fastidiosa, provocando que a
medida que rasque, mis ojos se hinchen más.
Por supuesto, no entendía a qué se debía tal ALERGICA
reacción, por lo que esperé a que mi tía (que estaba cerca) luego de verme de
manera sobresaltada despeje mis dudas diciendo que padecía de alergia a los
gatos.
No pudo haber peor noticia para mí, sentí que el mundo
no sería lo mismo jamás ya que había perdido todo su color.
Los síntomas eran: Hinchazón exagerada en los ojos y
exceso de mucosa nasal.
Años después, habiendo superado mi alergia a los
gatos, puedo decir que me sentía perfectamente.
Rondaba una edad que por el momento me es difícil
precisar, cuando comencé a notar algo interesante que me recordó mucho la tarde
en la casa de mi tía.
Al compartir con una persona que me importaba era
víctima de las siguientes reacciones: Taquicardia, tartamudeo, manos sudorosas,
estupidez y nerviosismo. Quería comprobar si mi corazón estaba hinchado para asegurarme
de que estos fenómenos se trataban de una nueva alergia a algo que no podía
entender.
Los síntomas se repitieron mucho con el paso del
tiempo y cada vez me preocupaban más, pero no tanto como el hecho de no poder
hallarles explicación.
Finalmente la respuesta se manifestó súbitamente,
¡Era alérgico al amor y a sus efectos
secundarios!
-¡SE PUEDE IR A
LA …
casa de mi tía!- me lamentaba para mis adentros
¿Cómo podía ser posible? ¡Primero los gatos y ahora el
amor! -¿Acaso nací para no ser feliz?- preguntaba
victimizándome.
Así pasé toda la primaria, huyendo de mis alergias,
evitando ser atacado con las reacciones ocasionadas por mi imprudencia.
El amor era definitivamente algo que me gustaba sentir
al igual que mi gusto por los gatos en el pasado. Recordé entonces que después
de un corto periodo de haberme enterado de mi alergia a los pequeños ingratos mi cerebro pareció
omitirlo y regresé a acariciarlos y a estar con ellos pese a los síntomas que
describí antes, entonces llegué a la conclusión de que con el amor podía ser
igual.
No se puede evitar tomarse molestias o sentirse
estúpido, enfermo o incómodo si se quiere llegar a algo tan puro como un gato o
el amor, o el amor de un gato.
Hasta ahora tengo taquicardia, tartamudeo y los
nervios me consumen. Hasta ahora moqueo como si el cerebro se me fuera a salir
por la nariz y mis ojos siguen hinchándose como bolas de billar, solo que ahora
no temo experimentar estas reacciones porque el fin las justifica.
No puedo negar
que algunos gatos rasguñan y que incluso de vez en cuando el amor puede doler,
pero finalmente (igual que las alergias)
son cuestiones que no impiden el deseo de vivirlas para poder sentir ese calor
dentro del pecho y esa ternura en el alma.
J.G Dávila