¡Bienvenido! (Youkoso en japonés), si lees esto es porque probablemente me viste hoy en el trole o en un bus.
Este fue mi primer día de trabajo (serio) y te voy a contar cómo estuvo:
Comencé saludando a un grupo de pasajeros que estaban muy inmersos en sus propios universos, les conté sobre mis metas y me miraron atentos.
Estaba dichoso de que me vieran directamente y estaba dichoso de tener su atención. Al acabar mi discurso pasé por cada puesto donde parecía que a nadie le había interesado y de repente, una niña de unos cinco años (más o menos) me estiró la mano con una moneda de cinco centavos.
-Empezamos bien la mañana- Pensé con mucha ilusión después de ver a mi pequeña lectora.
Cuando llegamos a la estación del Labrador continué con mi camino y fue ahí donde me topé contigo; soltando de vez en cuando una sonrisa animada o clavándome la mirada con interés. Momentos como esos ¡fueron en donde más me sentí vivo! y también, por supuesto, cuando participaste o me viste activamente mientras hacía mis preguntas.
A lo largo del día (emocionado como estaba) salí de un apretujón por las puertas del trole en una parada que no recuerdo y me di cuenta que mi teléfono y billetera habían volado como palomas después de comer.
Pensé en muchas cosas con un poco de desánimo hasta que recordé que hay cosas aún más importantes al fin y al cabo; así volví a entrar en otro vagón del trole y me volviste a ver y te volviste a reír con mis locuras.
Finalmente no hubo nada más increíble que compartir con tanta gente maravillosa de ojos iluminados con miradas visionarias que brillaban con mi testimonio.
No lo olvides querido lector (o querida lectora) "Es más fácil seguir el camino cuando sabemos a donde vamos", no dejes de soñar ni de plantearte metas ; sobretodo, si ya las tienes puedes tomar mi ejemplo para motivarte a pensar que siempre hay forma de trazar la ruta a donde te dispongas a ir.
Gracias por haberme ayudado! (Arigatou gozaimasu) nos veremos de nuevo.
J.G Dávila